La rutina se presenta día a día para abofetear y diciplinarte el cuerpo.
Tic tac, tic tac. Acá estoy. Acá estás.
Lo maravilloso reside en una sonrisa que sea capaz de quemar nuestro reloj y abrir nuestros ojos...
(Yo no tengo una sonrisa, tengo dos)
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